Si consideramos que el origen de la vida está en el mar, un medio cargado de minerales originados por la erosión producida a lo largo de millones de años, no nos parecerá tan extraño consumir algas. De hecho, fueron los primeros vegetales en aparecer sobre la tierra y han formado parte de la dieta de muchas culturas desde la antigüedad.
Debido a que son bañadas contínuamente en el agua de mar, las algas contienen entre 10 y 20 veces más minerales que los vegetales terrestres (Calcio, Magnesio, Hierro, Potasio y Yodo principalmente) y en proporciones muy similares a las del plasma sanguíneo. También aportan cantidades elevadas de vitaminas A, B, C y E y son muy ricas en proteínas, lo que supone un complemento ideal en dietas vegetarianas.
Gracias a su elevado contenido en yodo, las algas estimulan la actividad del tiroides y ayudan a prevenir el hipotiroidismo. También son muy recomendables en dietas de adelgazamiento por su alto contenido en fitocoloides (sustancias que actúan favoreciendo la movilidad intestinal) y fibra, que ayuda a producir sensación de saciedad. Son pobres en grasas e hidratos de carbono y tienen un contenido calórico muy bajo.
Las algas son muy recomendables para contrarrestar los efectos negativos del estilo de vida moderno, ya que nos ayudan a depurar nuestro organismo de sustancias tóxicas como los metales pesados, a los que transforman en sales inofensivas que son posteriormente eliminadas a través del intestino. También ayudan a eliminar la radioactividad que acumulamos por el efecto de móviles, ordenadores, microondas y otros aparatos electrónicos.
Muchas de las algas más populares provienen de Japón (alga nori, hiziki o arame, por ejemplo), pero si queremos consumir productos más próximos podemos recurrir a las algas provenientes de Galicia, que también son muy variadas y de excelente calidad.
Es importante tener en cuenta que los vegetales marinos son un alimento muy concentrado, por lo que se deben consumir en pequeñas cantidades: lo ideal es una o dos cucharadas al día como máximo. Obtendremos sus beneficios a través de un consumo regular y moderado.
Ensalada de Cuscús con Wakame
Ingredientes
Un vaso de cuscús integral
Un vaso y 1/3 de vasos de agua hirviendo
20 gr. de alga wakame
1 zanahoria mediana
Un puñado de nueces
2-3 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
Sal marina
Elaboración
En una cacerola pequeña, calentar una cucharada de aceite de oliva a fuego medio. Cuando esté caliente, añadir el cuscús en seco y tostarlo suavemente a fuego medio-bajo, sin dejar de remover para evitar que se queme. Cuando empiece a notarse el aroma a tostado, apagar y retirar del fuego.
Con cuidado, agregar el agua hirviendo, un buen pellizco de sal y tapar. Dejar reposar durante unos 10 minutos, para que el cuscús se hidrate.
Mientras tanto, poner las algas wakame en un cuenco con un poco de agua fría y dejar en remojo unos 10 minutos.
Rallar la zanahoria fina y picar las nueces.
Destapar el cuscús, removerlo un poquito con dos palillos o un tenedor para evitar que se apelmace y colocarlo en una ensaladera para que se enfríe. Agregar las algas, las zanahorias y las nueces y mezclar bien.
Aliñar con una cucharada de aceite de oliva, sal y el zumo de medio limón.
Si se prefiere, se puede sustituir la sal por una cucharadita salsa de soja de fermentación natural. En ese caso, mezclar el aceite y la salsa de soja antes de agregar a la ensalada.
